
¿Por qué ocurre con frecuencia que quienes son amorosos, buenos y desinteresados sufren, mientras que los que van a lo suyo y no tienen reparo en destruír los sueños ajenos con tal de conseguir lo que quieren, o en pisotear a los demás para trepar la escalera del éxito, parecen tenerlo todo a pedir de boca? ¿No es ingrata la vida? ¿No debería premiarse la buena conducta y castigarse la mala? En efecto así debería ser, y un día así será. En la otra vida prevalecerá la justicia.
Se sancionará a quienes hayan sido desconsiderados y crueles y cusado sufrimiento a los demás; tendrán que padecer las consecuencias de su maldad hasta que se den cuenta de su error y se arrepientan. En cambio, quienes se portan bien en este mundo, obtendrán en el otro recompensas y alegrías que ni se imaginan, por muchas penalidades o privaciones que hayan sufrido en la tierra.
Además de galardonarlos en el mas allá, yo bendigo a los que en esta vida, se conducen con amor y desinterés, si bien muchas veces yo lo hago de formas que no pueden medirse en términos económicos. Los bendigo espiritualmente, dandoles felicidad y contentamiento, paz interior y una conciencia tranquila. Algunas de las personas más adineradas del mundo son también de las más tristes, solitarias y perdidas, toda vez que el dinero no satisface las necesidades del espíritu.
Procura, pues las bendiciones de mi espíritu: El amor el gozo y la satisfacción de haber hecho lo posible, por llevar una vida acorde con mis principios. Entonces te darás cuenta de que la vida en verdad no es ingrata.
TE AMO, JESÚS