domingo, 8 de enero de 2012

La parábola del buen samaritano





“un maestro de la ley fue a hablar con Jesús, para ponerlo a prueba le preguntó:

–maestro, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?

Jesús le contestó:

–¿qué está escrito en la ley? ¿qué es lo que lees?

El maestro de la ley contestó:

–ama al señor tu dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tus fuerzas y con toda tu mente; y ama a tu prójimo como a ti mismo.

Jesús le dijo:

–has contestado bien. Si haces eso tendrás la vida.

Pero el maestro de la ley queriendo justificar su pregunta, dijo a Jesús:

–¿y quién es mi prójimo?

Jesús entonces le contestó:

–un hombre iba por el camino de Jerusalén a Jericó, y unos bandidos lo asaltaron y le quitaron hasta la ropa; lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote pasaba por el mismo camino; pero al verle, dio un rodeo y siguió adelante. También un levita llegó a aquel lugar y cuando le vio, dio un rodeo y siguió adelante. Pero un hombre de samaria que viajaba por el mismo camino, al verle, sintió compasión. Se acercó a él y le curó las heridas con aceite y vino, y le puso vendas. Luego lo subió en su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. Al día siguiente. El samaritano sacó dos monedas, se las dio al dueño del alojamiento y le dijo:

–cuide a este hombre, y si gasta usted algo mas, yo se lo pagaré cuando vuelva. Pues bien, ¿cuál de estos tres te parece que fuera el prójimo del hombre asaltado por los bandidos?

El maestro de la ley contestó:

–el que tuvo compasión de él.

Jesús le dijo:

–pues ve y haz tú lo mismo.”

Lucas 10: 25 – 37 Alineación al centro