miércoles, 6 de enero de 2010

LA VISITA DE LOS MAGOS DE ORIENTE


A este gran acontecimiento salvífico vinieron a Belén unos sabios de oriente para rendirle homenaje como un nuevo rey. Ellos eran casi sacerdotes y maestros persas que instruían a sus reyes. Como sabios, eran probablemente astrólogos que trataban de penetrar en los misterios del cielo y de la tierra. Ellos sabían que en la astrología había un principio fundamental: la tierra formaba parte de un acontecimiento cósmico, dirigido por poderes celestiales y que estaban localizados en el mundo de las estrellas. De ahí que ellos sabían que esa estrella que estaban viendo, anunciaba el nacimiento de un gran rey; así que, sin pensarlo dos veces se lanzaron a la búsqueda de ese Rey, querían adorarle y para ello llevaban los mejores regalos, reservados sólo para un gran personaje.
Dios habló de esta manera a estos magos en su propio lenguaje, para decirles que ya se había gestado el gran acontecimiento salvífico para la humanidad y que también para ellos tendría gran importancia en sus vidas.
Una vez más las profecías del Señor se estaban cumpliendo a través del profeta Isaías, cuando anunció que vendrían unos reyes desde lejos, trayendo riquezas (Is. 60:1-6).
¿Es nuestra actitud similar a estos sabios? ¿Nos acercamos a la Iglesia por curiosidad, por algún interés personal o por una necesidad espiritual? ¿Cuán real es nuestro acercamiento a Jesucristo? ¿Cuánto estamos dispuestos a dejarlo todo por ir en busca del verdadero Rey de reyes?
La astucia de Herodes y la indiferencia de los sacerdotes y escribas.- Herodes al oír esta gran noticia, se turbó de gran manera y con él toda Jerusalén. Él sabía que tarde o temprano nacería el Mesías; los sacerdotes y los escribas lo sabían también. Sin duda que escuchar esta noticia del nacimiento de Jesús les causó a todos pánico y temor.
Herodes, sin embargo, apelando a su astucia, consultó en secreto a los magos visitantes, después de haberlo hecho con los sacerdotes y escribas, para saber el lugar exacto donde se encontraba Jesús e "ir a adorarle". Herodes no sabía cómo ocultar su odio y hostilidad contra el Mesías, el niño recién nacido. Los sacerdotes y escribas tampoco dejaban de mostrar su indiferencia al respecto. Todo lo contrario ocurría con estos personajes extranjeros del oriente, quienes mostraban reverencia y adoración al niño Jesús.
Cuántos aún hoy en día tienen esta misma actitud que Herodes y los sacerdotes. A muchos les genera pánico y temor que Jesús les cambie sus vidas y les quite los privilegios hasta ahora adquiridos en forma indebida.
¿Existe todavía esa actitud de Herodes y de los sacerdotes y escribas en la actualidad? ¿Cuántos realmente tienen esta misma actitud que estos sabios del oriente, que sin ser parte del pueblo de Dios, vinieron a rendirle adoración?.

La obediencia a Dios por parte de los magos.- Es interesante anotar que estos personajes, que no eran parte del pueblo judío, mostraran un gran interés por encontrar al Mesías; más aún, al momento de encontrarlo le dieron sus mejores regalos: oro (símbolo de poder y autoridad), incienso (símbolo del sacrificio) y mirra (símbolo del ungimiento como rey). Pero por otro lado, se les presenta una disyuntiva cuando fueron avisados por Dios para no ir donde Herodes: ¿a quién obedecer, a Dios o a Herodes?. Ellos ante esa situación hicieron su propia opción y decidieron ser obedientes a Dios. Con esa actitud obediente se fueron a sus tierra por otros caminos. Rechazaron a Herodes, el todopoderoso.
Frente a lo expuesto, para nosotros los cristianos y cristianas del siglo XXI, surgen preguntas como éstas: ¿a qué vinieron los magos a Belén?, ¿tenían ellos algún motivo oculto?, ¿qué podemos aprender de esta legendaria historia bíblica, acontecida hace más de dos mil años atrás?. Bien, cuatro lecciones podemos obtener de esta historia:


a. La Navidad es el cumplimiento de la promesa de Dios, al enviar a su Hijo para salvación de todos los que creen en él (Jn. 3:16-17). Hoy todos los cristianos y cristianas en el mundo recordamos y celebramos con gozo y alegría este gran acontecimiento salvífico. No es para nosotros una fiesta más, es la gran celebración de tener entre nosotros al Emmanuel prometido, quien es nuestra esperanza y paz. En Navidad es una oportunidad más de anunciar al mundo entero las Buenas Nuevas de nuestro Salvador, Jesucristo.
b. La actitud positiva que tuvieron los sabios, ajenos a las promesas de Dios, para venir a Belén a ver al niño Jesús y rendirle reverencia y adoración, hasta el punto de darle sus mejores regalos y obedecer a Dios. Además hay una clara voluntad ecuménica de parte de Dios, al hablar a estos personajes en su propio lenguaje y de esa manera anunciarle la buena noticia: ¡Nació el Salvador! ¡Un Salvador para toda la humanidad!. Tal vez muchos de nosotros nos identificamos con la actitud tomada por estos sabios del oriente, cuando una vez oímos la voz de Dios que nos habló a nuestro corazón y aceptamos a Jesucristo como nuestro Señor, Salvador y Rey.


c. Así como Herodes, hay muchos que aún tienen miedo a Jesucristo y no quieren que Él interfiera en sus vidas, negocios, posiciones, poderes e influencias. Quieren continuar haciendo su propia voluntad, sin la intervención de Dios. De ahí que las personas cuyo único deseo es hacer lo que se les antoja, nunca estarán dispuestos a recibir a Jesucristo en sus corazones, más bien querrán matarlo.


d. Finalmente, la indiferencia de los sacerdotes y escribas, nos hace notar que no les interesó la gran noticia. Estaban tan ocupados por los asuntos de la Ley y las discusiones legalistas, que sencillamente lo ignoraron. No significó nada para ellos. Hoy también hay personas que están tan ocupadas en sus propios asuntos y problemas que no permiten que Jesucristo les de la gran noticia: "Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (Jn. 10:10b).


Que este relato bíblico nos lleve a una profunda reflexión acerca de nuestra actitud hacia el Señor Jesucristo y para estar siempre atentos a sus señales. Que al oír Su voz le sigamos sin ningún reparo y le demos lo mejor de nuestras vidas. Amén


¡ DIOS LOS BENDIGA !

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