miércoles, 25 de febrero de 2009

LA MATERNIDAD VIENE DE DIOS


JOAQUIN Y ANA PADRES DE MARIA

UNA PAREJA SIN HIJOS "ESTERIL"

El apócrifo conocido como “Evangelio de Pseudo Mateo” o también como “Evangelio de Santiago”, escrito probablemente sobre el final del siglo V, inspiró el “Libro sobre la Natividad de María”, que algunos datan del siglo IX.
Allí se relata que Joaquín vivía en Nazaret de Galilea y se casó con Ana, que había nacido en Belén.
Ambos trataban de cumplir las enseñanzas de la Ley judía y sus ganancias las dividían en tres partes. Una para el Templo y sus sacerdotes, otra para los peregrinos y los pobres, y la tercera para el mantenimiento familiar.
Pero, a pesar de llevar veinte años de matrimonio, no tenían hijos. Al igual que lo había hecho hacía mil años atrás otra Ana, futura madre de Samuel, prometen consagrar al primogénito al Señor.
Pero ocurre una situación dramática. Un día que Joaquín, junto con sus familiares, se presenta ante el altar del Templo para presentar la ofrenda de sus cosechas, el Sumo Sacerdote lo rechaza porque, debido a su esterilidad, no podía fomentar el crecimiento del pueblo de Israel.
Abrumado por la vergüenza, escapa a un lugar desierto y comparte durante un tiempo la vida con los pastores del lugar.
UNA FECUNDIDAD INESPERADA
Pero un personaje luminoso interrumpe su autoexilio con una noticia inesperada: “Joaquín, no tengas miedo ni te asustes por mi visión. Has de saber que soy un ángel del Señor. El me ha enviado a ti para anunciarte que tus plegarias han sido escuchadas y que tus limosnas han subido hasta su presencia. Ha tenido a bien poner sus ojos en tu confusión, después de que llegó a sus oídos el desprecio de esterilidad que injustamente se te dirigía. Dios es verdaderamente vengador del delito, pero no de la naturaleza. Y por eso, cuando tiene a bien cerrar la matriz, lo hace para poder abrirla de nuevo de una manera más admirable y para que quede bien claro que la prole no es fruto de la pasión, sino de la libertad divina”.
Luego de recordarle los ejemplos bíblicos de Sara, que a los 80 años engendró a Isaac, o el de Raquel que finalmente engendró a José, concluye con una profecía: “La hija que tendrás llevará por nombre María y estará consagrada al Señor desde su niñez, conforme a la promesa que realizaron. Siendo virgen engendrará de una manera incomparable al Hijo del Altísimo. El nombre de ese hijo será Jesús, porque será el Salvador de todos los pueblos”.
El Angel también se dirige a Ana con un mensaje similar, de tal manera que, cuando ambos esposos se encuentran, ya están en conocimiento de su destino.

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