lunes, 10 de agosto de 2009

SANSÓN

SANSÓN
EL CONSAGRADO, INFIEL, AMADO POR DIOS


Un personaje complejo De los jueces de Israel el más popular es sin duda Sansón.

Cuando se pregunta a los niños qué personajes bíblicos conocen, uno de los más nombrados es este «héroe» de gran fuerza y cabellos largos.

Esta historia nos revela al Dios de Israel, Dios que no abandona a sus elegidos, aunque le hayan sido repetidamente infieles.

El ciclo de Sansón, El Libro de los Jueces es un mosaico de distintos personajes difícilmente equiparables entre sí. En los primeros tiempos la literatura popular desarrolló una serie de narraciones épico-sacrales centradas en un personaje famoso por sus hazañas militares: Sansón, Gedeón, Débora... El conjunto de relatos en torno a un personaje son denominados «ciclos». A veces transmiten noticias de gran valor histórico pero adolecen de una visión profunda de la historia (falta análisis de tipo social, económico o político), de capacidad para captar la relación «causa-efecto», entre los distintos acontecimientos, les falta, por fin, unidad y continuidad entre ellos. Los rasgos significativos de esta literatura épico-sacral son, por una parte, una tendencia a exagerar datos: los ejércitos son de enormes proporciones, las dificultades son casi insuperables, el botín conquistado al enemigo es inmenso. Por otra, manifiestan una tendencia a introducir hechos prodigiosos; quizá sería más exacto decir que estos autores no conciben que la historia pueda marchar sin una intervención directa de Dios. De hecho, el Señor siempre ocupa el primer plano, por encima del héroe o el protagonista. El «ciclo de Sansón» sigue al episodio mayor de Jefté y a la mención de otros jueces llamados «menores». Su contexto histórico se delimita en los siglos XIII-XII, una época no bien conocida, cuando las tribus de Israel sufren fuertes tensiones de dominio entre ellas y cuando tienen que hacer frente a dos enemigos: la población cananea no conquistada y los filisteos de la costa. Con el «ciclo de Sansón» entran en escena los filisteos y continuarán presentes hasta la monarquía con David.

¿Sansón fue juez de Israel? Si nos atenemos a los datos que aporta la narración, ésta informa al lector en dos «conclusiones»> de que Sansón fue «juez en Israel durante veinte años» No debemos pensar en magistrados, pues en hebreo el verbo «juzgar» (safat) ofrece el sentido fundamental de «restablecer una situación comprometida». Juzgar es el oficio del jefe que conduce al pueblo al combate y lo saca del peligro. Juzgar puede tener asimismo el sentido de «gobernar» y el libro presenta a los jueces como jefes que habrían ejercido sucesivamente su autoridad en todo Israel. Los jueces son gobernadores, líderes politico-religiosos del pueblo en un momento en que las tribus acaban de asentarse, tienen que hacer frente a los enemigos (ciudades-estado cananeas y los poderosos filisteos ), necesitan cohesión interna y están en un proceso de transición natural hacia la etapa monárquica; su desarrollo tuvo lugar entre la muerte de Josué y la juventud de Samuel. Sansón, sin embargo, presenta una serie de características, históricas y literarias, lo suficientemente importantes como para no concederle este titulo de «sofet» (juez de Israel). Desde la crítica histórica podemos notar que a diferencia de otros «jueces» Sansón nunca aparece en la función de gobierno ni impartiendo justicia, sino más bien el texto lo presenta como un héroe guerrero que actúa en solitario contra los filisteos. Esta caracterización marca importantes diferencias entre nuestro personaje y otros como Gedeón o Débora, jueces que van a la guerra al frente de un ejército. Escogido/consagrado por Dios (nazir)Literariamente encontramos una diferencia de relieve. El capítulo introductorio de su ciclo (Jue.13) presenta su nacimiento como extraordinario. La madre es estéril, un ángel de Yahvéh se le aparece, le anuncia el nacimiento del niño y su consagración como nazir del Señor. Sansón es elegido por Dios «desde el seno materno» y es consagrado para salvar a su pueblo de los filisteos (Jue 13,4-5). Tenemos los tres elementos básicos para hablar de una vocación: elección, consagración, misión. No podemos obviar, sin embargo, la diferencia con otros personajes bíblicos, en los que su vocación tiene lugar cuando son adultos y libres ante la llamada. Este aspecto de hombre vocacionado y su nacimiento singular le distingue de todos los demás jueces a la vez que establece cierto paralelismo con otras figuras religiosas de Israel. Su nacimiento excepcional nos hace vislumbrar el destino de Sansón y el origen de su fuerza: es un consagrado a Dios para llevar adelante una misión. La fuerza es una manifestación del Espíritu de Yahvéh en él; no nace de él sino que Sansón actúa movido por el «espíritu de Yahvéh que lo invade». Estamos ante un personaje carismático que pide una interpretación religiosa. NAZIREATO/VOTO: ¿Qué sabemos de la institución del nazireato? El nazir es un personaje carismático, un elegido por Dios que se consagra a El por medio de un voto; se abstiene de beber vino u otra bebida embriagadora, no se corta el pelo y evita las impurezas, entre ellas entrar en contacto con cadáveres; si incumple alguna de estas prescripciones debe renovar el voto. Según la Ley del nazireato (Nm 6,1-21) el compromiso sería temporal, prescribiendo que después de terminarse el tiempo del voto debe ofrecer diversos sacrificios y echar al fuego el pelo cortado de la cabeza. Podemos distinguir una evolución del nazir en la historia del pueblo de Israel. Según los textos más antiguos la finalidad de esta institución sería la de mantener activa la guerra contra los enemigos de Yahvéh. Para el nazireato antiguo no era tan importante el ascetismo frente a los idólatras cananeos cuanto la defensa de los enemigos de Israel. El voto sería perpetuo y su distintivo externo era el de no cortarse el pelo, signo externo de la total consagración de su vida a Dios. El carácter carismático del nazir aparece sobre todo en el hecho de que tales hazañas de guerra son descritas como acciones del espíritu de Yahvéh. Estos hombres consagrados desempeñaron un papel fundamental en la conquista de la tierra, cuando no había un ejército unificado y organizado para la defensa de Israel. Posteriormente, con la aparición de la monarquía y consiguientemente el nacimiento de los ejércitos guiados por el rey, el primitivo carisma nazireo evoluciona hacia nuevas formas. Estas serían más bien de carácter ascético que obedecen a las prescripciones sacerdotales de abstinencia; ahora el nazir es el consagrado a Yahvéh que se opone con su vida a las influencias sincretistas paganas de los pueblos vecinos, tanto fenicios como cananeos. El profeta Amós, en el Reino del Norte, siglo VlIl, denuncia que Israel en su entrega a las religiones vecinas y en el culmen de su depravación, emborracha a los nazireos y prohíbe profetizar al nabi. El pueblo de Dios ha olvidado la alianza y no soporta el testimonio y la palabra de los carismáticos que actúan en nombre del Dios de sus padres. Un consagrado débil, solo e infielDios escribe recto con renglones torcidos. Lo normal habría sido que para llevar adelante la salvación de su pueblo hubiera elegido un personaje fiel, cumplidor, celoso de su misión, que combatiera con su moralidad a prueba de bombas el pecado del pueblo. Nada más ajeno a todo lo dicho. Para el extrañado lector, Sansón es el hombre de las contradicciones: fuerte con el enemigo, prisionero de sus pasiones. De ser el «consagrado de Dios» para salvar del enemigo pasará a ser la humillación y la irrisión de los filisteos cuando le vean tirar de la noria como un animal. Sansón es el hombre vocacionado que se empeña en negar todo lo que es. No deja lugar a Dios en su vida y con su comportamiento destruirá la misión. La debilidad del hombre fuerteEl distintivo propio del personaje es su fuerza sobrehumana: despedaza a un león como se despedaza a un cabrito, rompe las cuerdas que le atan, arranca las puertas de sus quicios... Su fuerza no sólo es brutal, desmedida; es provocativa al robar las puertas de la ciudad enemiga donde se ha acostado con una prostituta; es vengativa cuando quema las mieses filisteas; es sanguinaria cuando se cobra el haber sido maniatado con la muerte de mil hombres. Sin embargo, a la vez, el autor bíblico nos lo presenta como el hombre débil, seducido, engañado y utilizado. Retadora y vanidosamente ha alardeado de su libertad y su fuerza ante los enemigos de Israel manteniendo oculta su verdad más profunda, que la fuerza no es suya sino de Dios. Es significativo que en el abandono total, a causa de su pecado, la fuerza bruta le lleva a ser utilizado como un animal. La esclavitud en la prisión, con los ojos vaciados, moviendo el molino lo humilla aún más por ser este un trabajo propio de animales o esclavos, nunca de hombres libres. El hombre temido pasa a ser objeto de burla. La soledad del consagrado Sansón sufre la soledad del segregado. Es un hombre privilegiado desde su nacimiento, apartado de los ritmos normales de la vida de los hombres para vivir consagrado como nazir. Distinto a los demás se moverá durante toda su vida entre la incomprensión de los hombres de su tribu, Dan, y la enemistad de los filisteos. Sin embargo, Sansón no aparece en el relato como un hombre tímido o apocado. Su osadía va lejos enamorándose de una hija de los filisteos «que por aquella época dominaban en Israel» (Jue 14,4). Parece que en la lejanía tiene que encontrar la compañía que le niegan «las hijas de sus hermanos». En un drama de acción rápida se sucede la boda con la filistea, el enigma provocativo a los mozos del poblado, la insistencia de la joven esposa que al final traiciona a Sansón desvelando el acertijo a los suyos; luego la venganza de Sansón, la pérdida humillante de la esposa, el incendio de la casa de la esposa por parte de su propia gente, la huida de Sansón a la caverna y la entrega a los enemigos por su propio pueblo: «hemos bajado a prenderte para entregarte en manos de los filisteos», (Jue 14,1-15,13). La soledad de Sansón tiene una triple componente: sabe que sólo pertenece a Dios, el abandonado de su pueblo y el odio que busca venganza de sus enemigos. El elegido infiel DALILA/SANSÓN: Sansón dista mucho de servir como modelo para nadie, menos como persona consagrada. Su talante violento e impulsivo, caprichoso e infiel parece más preocupado en dar rienda suelta a sus instintos y solucionar sus «asuntos» con los enemigos de la costa que ser fiel a su vocación. Su infidelidad es un querer hacer su vida al margen de la misión que Dios le ha encomendado. La confesión a Dalila «la navaja no ha pasado por mi cabeza porque soy nazir desde el vientre de mi madre. Si me rasuraran mi fuerza se retiraría de mí, me debilitaría y sería como un hombre cualquiera» (Jue 16,17) es el acto de claudicación. El corte del pelo adquiere toda una significación simbólica porque es la renuncia de Sansón a lo que es, un consagrado. Son tres las mujeres que aparecen en el relato, todas filisteas, y con tres funciones distintas. La primera es su mujer, que le abandona y provoca la ira incontenible del héroe; la segunda es una prostituta de Gaza en el episodio que acaba arrancando las puertas de la ciudad; la tercera es coprotagonista en los versículos sucesivos. Dalila juega bien su papel de «seductora» aprovechándose del corazón enamoradizo de un hombre forzudo pero sin afecto. Un hombre que guarda su secreto más precioso, una cabellera que sobrepasa lo simbólico porque es su misma identidad; una mujer que descubre la debilidad del héroe que tiene en sus brazos. Dalila triunfante, con los mechones de la cabellera del nazir en su mano, es la imagen expresiva de la debilidad y de la infidelidad humana. Sansón ha olvidado quién es y para qué fue consagrado. Su vida da un giro tenebroso: pasa de ser el elegido desde el vientre materno para liberar a su pueblo dando gloria a Dios, a ser el signo palpable del triunfo de los opresores y de su ídolo Dagón. ¿Cabe paradoja más sangrante? Sansón toca con los dedos el fracaso total de su misión y de su vida. ¿Es el triunfo del ídolo sobre el Dios de la alianza? «Los jefes de los filisteos decían: nuestro dios nos ha entregado a Sansón nuestro enemigo» (Jue 16,23). El Dios de Sansón Unos versículos antes de acabar el relato encontramos una clave indispensable para comprenderlo. Es la primera parte de la oración de Sansón: «Señor mío Yahvéh, acuérdate, por favor, de mí» (Jue 16,28) . El Dios que nunca abandonaLa historia de las desgracias y de los pequeños éxitos de Israel frente a los poderosos filisteos es la historia de las infidelidades de Israel y de sus conversiones al Dios de la Alianza. Yahvéh ha revelado a su pueblo su corazón y sus exigencias y el pueblo de Israel debe guardar los mandamientos de Dios, ser fiel a la alianza y no abandonarlo por otros dioses porque es una prostitución. Los israelitas una y otra vez por su infidelidad se ven entregados a sus enemigos. Es una constante a lo largo de este libro; pero Yahvéh, Dios <>, escucha el clamor de los oprimidos y recuerda la alianza que hizo con sus padres. Es conveniente que centremos el relato de Sansón en su contexto literario natural. El capítulo segundo del libro de los Jueces (2,11-19) ofrece unas claves teológicas deuteronomistas interpretativas de los capítulos que siguen. Los israelitas conocen repetidamente la opresión de sus enemigos (cananeos, fereceos, filisteos) porque abandonan a Yahvéh por los dioses cananeos; Yahvéh, conmovido por sus gemidos, les envía jueces para liberarlos; pero, una vez muerto el juez, recaen y hacen cosas peores. Más allá de una finalidad histórica estos relatos populares contienen una clara intención religiosa. La estructura del libro descubre una serie de fórmulas estereotipadas que se repiten antes de cada uno de los jueces mayores: —«Los hijos de Israel hicieron lo que es malo a los ojos de Yahvéh»—«Abandonaron a Yahvéh y sirvieron a los baales y a las astartes» —«él entregó (o vendió) en manos de (tal enemigo)»—«los hijos de Israel clamaron a Yahvéh»—«Yahvéh les suscitó jueces» o un «libertador»—«el enemigo fue humillado bajo la mano de los hijos de Israel» o «el país estuvo en reposo X años» El pecado acarrea el castigo mediante la opresión extranjera, pero Yahvéh responde al arrepentimiento con el envío de un libertador. Esta «enseñanza marco» confiere cierta unidad a una serie de relatos por lo demás muy diferentes en el estilo y por la mentalidad. La historia de Sansón es la historia del pueblo. Su pecado le acarrea su propia ruina pero Dios se va a servir de la debilidad de su consagrado para manifestar su perdón, su paciencia y su gracia. Sansón derrotado invoca desde su total pobreza al Dios de sus padres. Dios se acuerda de los suyosTodo parece una broma de mal gusto preparada por un Dios que elige y luego abandona en la soledad. ¿Acaso es un guiño cruel de Dios que se mofa de Israel enviándole «salvadores incapaces»? Sin embargo, en realidad, el que ha abandonado una y otra vez ha sido el hombre-Sansón, en su autosuficiencia y vanidad, no Yahvéh que le eligió. El pecado de Sansón es el olvido de Dios en quien y por quien es realmente fuerte y poderoso. Sansón es fuerte para cumplir una misión y por ser un nazir; Sansón había olvidado que en sus actuaciones «el espíritu de Yahvéh se apodera de él». Una vez más la salvación viene por el «recuerdo»: «Señor, acuérdate de mi» (Jue 16,28). El verbo zakar «recordar», «acordarse de», tiene un significado teológico que se refiere, bien a la relación entre Yahvéh e Israel, bien entre Yahvéh y cada israelita en particular. La expresión «Dios se acuerda» designa la intervención de Dios que acude a ayudar al hombre. Desde tiempos antiguos la Biblia conoce también el uso del imperativo de este verbo como oración: «acuérdate, Señor». El recuerdo de Dios lleva consigo la intervención salvadora en favor del orante. En la oración Sansón recobra su fuerza porque ha vuelto a su verdadero origen, Dios, y ha recuperado su verdad. A Sansón le crece el pelo (Jue 16, 21 -22) y con él la conciencia que nunca debió perder. El hombre Sansón sólo se encuentra a sí mismo en la soledad del abandono, por doloroso que parezca. El fracaso aparente del prisionero abatido, cegado, son anuncio de una luz y una fuerza insospechadas. Ahora no es el superhombre confiado en sus fuerzas que desprecia a su Señor sino que, por el contrario, es el signo vivo de la fuerza de un Dios cercano y liberador. Sansón no es un «santo de peana», sino un hombre frágil e ingenuo, débil y quebradizo como un niño que sólo en el Señor encuentra su fuerza.
Su Historia esta en la biblia en el libro de Jueces del capitulo 13:1 al 16:31
BIOGRAFÍA
SU NOMBRE Según la Biblia (Reina Valera de 1960), (Jueces 13:24 Cf. Heb 11.32). El nombre Sansón se deriva de la palabra hebrea Shemesh (sumerio Shamash), que significa sol y que aparece con frecuencia en los nombres propios de los pueblos semitas. A 3 km al sur de Zora, el pueblo natal de Sansón (Jue 13.2), se encontraba la ciudad de Bet-Shemesh, casa del sol.

1 comentario:

  1. Vengo agradecerte de corazón por cada visita, cada palabra, cada gesto de cariño que has dejado en mi blog durante mi ausencia. Te quiero mucho amiga. Gracias por siempre estar. Te dejo un abrazo enorme y bendiciones infinitas. En esta entrada tienes unos regalos para ti: http://lasrutasdeangelica.blogspot.com/2009/08/primer-escalon-hacia-el-exito-y-la.html

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